Átomo significa, en
griego, indivisible. Sin embargo, no lo es. A lo largo de los años, y a medida
que la ciencia y la tecnología han permitido al ser humano avanzar en el
conocimiento del mundo que nos rodea, se han propuesto diferentes modelos
atómicos que permiten describir con mayor precisión las propiedades que poseen.
Primero que están formados por protones, neutrones y electrones, otorgándoles
propiedades determinadas. En modelos más recientes se modifica por completo la
forma de entender el átomo cuando su descripción pasa por una interpretación
probabilística en el campo de la física cuántica, lo cual entra en conflicto
con la intuición. Lo que sí podemos
saber es que, dado el tamaño que tienen, resulta imposible verlos a simple
vista o con sistemas ópticos. Este hecho puede dar lugar a la creencia de que
el átomo es tan solo un modelo descriptivo de algo mucho más complejo que lo
que entendemos como átomo. Y, si bien esto es parcialmente cierto, existen
experimentos que han permitido medir o percibir algunas de esas subpartículas.
Quizás sea cuestión de una falta de tecnología suficiente y que, con el paso de
los años, consigamos equipos que permitan “ver” mejor los átomos, pero no se
puede negar su existencia.
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