Mi disposición personal hacia la ciencia es positiva. La capacidad de obtener conocimiento fiable a partir del método científico nos ha permitido avanzar en multitud de campos y conseguir mejores condiciones y avances para la sociedad. Sin embargo, debemos ser conscientes de sus sesgos y limitaciones.
Considero errónea la visión de la ciencia como única fuente de conocimiento real y objetivo. El método científico puede ayudarnos a describir aquellos aspectos de la realidad que son cuantificables y a realizar predicciones mediante modelos matemáticos. Sin embargo, hay aspectos de la realidad que no son predecibles o controlables y que se deben analizar desde otros enfoques, como pueden ser los fenómenos colectivos dentro de un determinado contexto histórico-cultural. Dicho lo cual, también me llama la atención la capacidad que tiene el conocimiento científico al transformarse en recursos tecnológicos de modificar la sociedad, por lo que ambas cuestiones no dejan de estar ligadas. Un ejemplo de esto podría ser los cambios que se han producido desde la irrupción de internet.
Un rasgo que considero destacable es la humildad en el proceso de construcción del conocimiento científico, aspecto que contraviene la idea de la ciencia como un constructo rígido y el estereotipo que presupone de cierta soberbia a las personas que se dedican a ella. La ciencia se basa en la elaboración de modelos siempre susceptibles a revisión, contraste y que eventualmente pueden ser completados o refutados por un modelo mejor. Recuerdo una entrevista a Pedro Miguel Etxenike en Naukas 2013 en la que decía :
“La mayor contribución del avance del conocimiento es aumentar la ignorancia. Somos conscientes de algo que no sabíamos, pasamos de ignorancia inconsciente a ignorancia consciente y es esta ignorancia nueva lo que fomenta nuevas preguntas. La ciencia crea orden en el caos creando caos en el proceso”.
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