Un cristal es un sólido
cuyos átomos están ordenados en redes simétricas, periódicas e infinitas,
formando redes cristalinas. Pensemos en una molécula concreta: por ejemplo, el
cloruro sódico, NaCl. Esta molécula está formada por dos átomos, uno de sodio y
otro de cloro. Cuando cristaliza, las diferentes moléculas se unen entre sí
formando una red cristalina como la mencionada anteriormente, tal y como se
representa en la siguiente figura:
Si se une un número lo
suficientemente grande de moléculas, el cristal será visible a “ojo desnudo”,
pero no dejará de mantener las cualidades que presentan los cristales. Es decir,
siempre y cuando el cristal a escala macroscópica no se vea sometido a algún
proceso que pueda influir en sus propiedades, seguirá presentando un orden en
su estructura.
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